El Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) es una condición que afecta a muchas personas después de experimentar eventos traumáticos. Sin embargo, no todas las personas expuestas a situaciones de alto estrés desarrollan esta patología. Investigaciones recientes han identificado que una mayor actividad en la amígdala cerebral antes de la exposición a un evento traumático podría predisponer a algunas personas a desarrollar TEPT. Este hallazgo es particularmente relevante en el perro doméstico, especialmente en contextos donde la exposición a estímulos estresantes o desafiantes es frecuente, como en entornos urbanos ruidosos o en perros que han experimentado situaciones adversas en el pasado.
La amígdala y la respuesta al trauma
La amígdala es una región del cerebro crucial para el procesamiento de emociones, especialmente aquellas relacionadas con el miedo y la amenaza. Se ha demostrado que personas con una mayor reactividad de la amígdala antes de un evento traumático tienen más probabilidades de desarrollar síntomas de TEPT después de la exposición. Esta hipéractividad podría hacer que estas personas procesen y almacenen de manera más intensa los eventos traumáticos, dificultando la regulación emocional posterior.
Un estudio liderado por la neurocientífica Linda de Voogd en la Universidad de Radboud, en colaboración con el equipo de Karin Roelofs, utilizó un diseño prospectivo para estudiar la relación entre la actividad de la amígdala y la susceptibilidad al TEPT. Trabajando con la Policía Nacional, los investigadores midieron la actividad de la amígdala en agentes en formación antes de que experimentaran eventos potencialmente traumáticos en su carrera.
Anticipando la respuesta al trauma
Para medir la actividad de la amígdala, los investigadores diseñaron un experimento en el que los agentes en formación realizaban una tarea de toma de decisiones en un escáner de resonancia magnética funcional (fMRI). Se les presentaba un avatar en un estacionamiento que, en un momento dado, podía sacar un arma o un teléfono móvil. Los participantes debían reaccionar rápidamente: si disparaban cuando el avatar sacaba un teléfono, recibían una pequeña descarga eléctrica en el dedo.
Este diseño permitió observar la actividad cerebral mientras los participantes anticipaban una acción y respondían a una situación ambigua. Posteriormente, 18 meses después, se evaluaron sus experiencias y síntomas de TEPT. Los resultados mostraron que aquellos con una amígdala más reactiva durante la tarea inicial desarrollaron más síntomas de TEPT después de experimentar eventos traumáticos reales en el ejercicio de su profesión.
Factores predisponentes y posibles intervenciones
Aún no se sabe exactamente por qué algunas personas tienen una amígdala más reactiva que otras. Se sugiere que esta hipersensibilidad podría estar relacionada con factores genéticos, experiencias tempranas en la vida o un procesamiento más detallado de la información bajo amenaza. Lo que sí es claro es que identificar estas diferencias antes de la exposición al trauma podría permitir intervenciones tempranas para aumentar la resiliencia.
Si logramos desarrollar estrategias para regular la actividad de la amígdala en personas con alto riesgo de desarrollar TEPT, podríamos reducir significativamente la incidencia de este trastorno.
En perros: susceptibilidad al estrés postraumático canino
Este estudio tiene implicaciones no solo para los humanos, sino también para los perros. En el mundo canino, algunos individuos muestran una mayor susceptibilidad al desarrollo de respuestas de miedo crónico o ansiedad severa tras experiencias traumáticas. Al igual que en los humanos, la amígdala juega un papel crucial en la regulación del miedo y la respuesta al estrés en los perros.
Investigaciones han mostrado que perros que han vivido experiencias traumáticas, como abandono, maltrato o exposición a entornos altamente estresantes, pueden desarrollar respuestas similares al trastorno de estrés postraumático humano. Estos perros muestran hipervigilancia, reacciones exageradas a ciertos estímulos y dificultad para recuperarse de episodios de estrés. Al igual que en los humanos, hay diferencias individuales en la susceptibilidad: algunos perros parecen recuperarse rápidamente, mientras que otros quedan atrapados en un estado de hipersensibilidad prolongada.
Factores que influyen en la resiliencia canina
Los factores que influyen en la resiliencia de un perro frente al trauma incluyen su predisposición genética, la socialización temprana y las experiencias de vida previas. Perros con una mayor reactividad en la amígdala pueden ser más propensos a desarrollar respuestas de miedo persistentes después de un evento traumático.
Comprender estos mecanismos en los perros es clave para diseñar programas de rehabilitación efectivos. Intervenciones como la exposición controlada a los estímulos temidos y la creación de entornos seguros pueden ayudar a regular su respuesta emocional y reducir la susceptibilidad al estrés crónico.
Conclusión
Tanto en humanos como en perros, la susceptibilidad al TEPT y a respuestas de miedo crónico está influenciada por la actividad de la amígdala antes de la exposición a eventos traumáticos. Identificar a los individuos con mayor riesgo y aplicar estrategias de regulación emocional podría mejorar significativamente su calidad de vida y bienestar.
Estos hallazgos refuerzan la importancia de enfoques personalizados en la prevención y tratamiento del TEPT, tanto en personas expuestas a traumas como en perros rescatados que han experimentado situaciones adversas.
La ciencia sigue avanzando en el conocimiento de estos mecanismos, y con ello, la posibilidad de mejorar la resiliencia frente al trauma en humanos y en nuestros perros.
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