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Estrés y la importancia de las experiencias tempranas en los perros

    ¿Cómo afecta el estrés a los cachorros durante las experiencias tempranas?

    Las primeras semanas y meses de vida de un cachorro son formativas para el resto de su vida. Durante este período temprano, tanto el sistema de estrés como la microbiota intestinal del cachorro se desarrollan. Al nacer, no hay microbiota intestinal, no hay ritmo circadiano de cortisol (una hormona del estrés importante), y en general, los niveles de cortisol son más altos que en etapas posteriores de la vida. Sin embargo, esto cambia en los primeros meses.

    Los estudios sugieren que una exposición prenatal prolongada a niveles elevados de cortisol puede predisponer a problemas de comportamiento y salud mental en la descendencia, debido a la programación fetal del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HPA siglas en inglés) durante períodos críticos de desarrollo.

    Construcción del sistema de estrés en el periodo prenatal

    El desarrollo del sistema de estrés comienza en el periodo prenatal, durante el embarazo. Las experiencias de la madre influyen directamente en el desarrollo fetal a través de cambios en su propio sistema endocrino, incluyendo la regulación del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HPA siglas en inglés), responsable de la producción de cortisol. El estrés experimentado por la madre puede tener un impacto directo en este eje, alterando tanto los niveles basales (los niveles de cortisol que se encuentran en circulación de manera habitual o en reposo, es decir, cuando el organismo no está experimentando estrés agudo) de cortisol como la respuesta al estrés en el feto. incluyendo la liberación de cortisol. Cuando la madre enfrenta situaciones estresantes durante el embarazo, se activa el eje HPA, resultando en una producción aumentada de cortisol. Este aumento puede atravesar la barrera placentaria y afectar al feto en desarrollo, alterando su desarrollo neurobiológico y su futura respuesta al estrés. Las consecuencias incluyen una hiperactividad del eje HPA fetal, donde el feto puede estar más predispuesto a producir niveles elevados de cortisol en situaciones de estrés. Además, el estrés materno puede perturbar los mecanismos de retroalimentación negativa del eje HPA. Estos mecanismos regulan la producción de cortisol para mantener niveles equilibrados en circunstancias normales. Sin embargo, el estrés crónico o severo puede interferir con esta regulación, llevando a una producción descontrolada de cortisol tanto en la madre como en el feto. Estos cambios pueden preparar al cachorro para un entorno que es estresante (por ejemplo si la madre experimenta escasez de comida, maltrato, entorno peligroso… Prepara al cachorro a vivir en esas condiciones), ajustando su sistema de estrés para responder adecuadamente a posibles amenazas.

    Esto es útil cuando el perro efectivamente vive en un entorno peligroso, ya que esta sensibilidad extra permite al perro responder más rápida y efectivamente al peligro. Sin embargo, si el entorno postnatal es seguro y estable, esta programación prenatal puede resultar desadaptativa, haciendo que el cachorro sea excesivamente sensible al estrés. Por tanto, es crucial que la hembra gestante viva en un entorno tranquilo y seguro para minimizar el estrés prenatal y promover un desarrollo óptimo de los cachorros.

    Piensa en un cachorro que se separa de su madre demasiado temprano. El cerebro de este cachorro se desarrolla de manera diferente, con más enfoque en el estrés y el peligro. Esto aumenta la probabilidad de que el cachorro perciba cosas como ‘peligrosas’ que no son realmente peligrosas, como ruidos fuertes pero inofensivos o perros desconocidos.

    Además, niveles anormales de cortisol, tanto basales como en respuesta al estrés, pueden dificultar que un cachorro regule su comportamiento y emociones. Estas respuestas anormales de cortisol representan un riesgo para problemas emocionales y de comportamiento posteriores. Un cachorro con niveles elevados de cortisol puede mostrar comportamientos ansiosos o temerosos, como evitación excesiva, hiperactividad, o comportamientos compulsivos. La incapacidad de regular sus emociones puede llevar a una reactividad aumentada, donde el cachorro responde de manera exagerada a estímulos cotidianos que no representan una amenaza real. Esta hipersensibilidad al estrés puede persistir hasta la edad adulta, manifestándose en problemas de comportamiento como agresividad, miedo excesivo, y dificultades para socializar con otros perros y personas. La exposición continua a altos niveles de estrés puede también afectar la capacidad cognitiva del perro, reduciendo su habilidad para aprender y adaptarse a nuevos entornos o situaciones.

    Ahora que sabes más sobre estrés y experiencias tempranas, descubre también la parte 1: Estrés en perros: ni bueno, ni malo, simplement natural

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